sábado, 24 de diciembre de 2011

Pirineos II: Monte Perdido (3355 m)

Bueno, antes de acabar el año he conseguido vencer a la pereza y poner la entrada sobre Monte Perdido que me faltaba. Además, viendo unos videos hechos por Reini ( http://vimeo.com/user5540022 ), me motivé para hacer una presentación de diapositivas con las fotos que tenía en vez de colgarlas sin más en el blog. Espero que os guste.


Untitled from Geografía del Bulder on Vimeo.

Después de hacer el Taillón, volvimos un par de días después a Torla para intentar algún otro "tresmil" antes de tirar hacia Zaragoza y Albarracín. Además, el año pasado nos gustó mucho el valle de Ordesa y la zona de Góriz, así que subimos para allá con la tienda para no depender del refugio y sacarla partido. En algún tramo me la tuvo que llevar Lara, para descansar algo del peso. En el circo de Soaso decidimos tirar por las clavijas, que el año anterior habíamos evitado por prudencia, pero esta vez ibamos con más confianza, y si estás acostumbrado a escalar y no haces ninguna tontería, se pasan sin problema y te diviertes. Eso si, había que andar con algo de ojo al peso de la mochila que no te descompensase, ya que al ir cargados con el saco, hornillo, tienda, etc, no es lo mismo que llevar mochila de ataque. Llegamos al filo de la noche con un vendabal de viento helado, que nos hacía tener que parrarnos en las rachas más fuertes para no perder el equilibrio, así que al montar la tienda y entrar en ella, la recompensa fue doble.

Al día siguiente el plan era hacer el Marboré (3248 m), ya que no sabía si habría nieve en el Perdido y habría menos gente seguro, pero en la desviación nos liamos un poco, porque había hitos por todos lados y finalmente Lara propuso hacer este último que la motivaba más, y al confirmar con un chico que bajaba, que no había nada de nieve por el camino, nos decidimos por él. Lentamente subimos para allá superando algunas clavijas y tramitos de roca, que hacían el ascenso más ameno, rompiendo la monotonía del ritmo... paso...paso... En palabras de Rafa (más o menos): "en vez de ser un deporte de resistencia, es más bien de insistencia". El primer día fueron 840 metros de desnivel, y este segundo tocaban casi 1200, por lo que la mochila se hacía notar, a pesar de ir algo más ligeros que el día anterior. Así, nos fueron adelantando algunos montañeros con mochilas ligeras... como les envidiaba (en el buen sentido). Llegamos al Lago Helado, rozando la cota de los 3000 metros, y decidimos parar a comer. Apenas nos quedaban 45 minutos de ascenso, supuestamente, pero yo prefería ir poco a poco. Después de unos bocatillas y un pequeño descanso, comenzamos el último tramo. Tonto de mi, no me di cuenta de dejar las mochilas el el lago, y subir ligeros, por lo que el recorrido final se me hizo un pelín más largo, mientras Lara, como hiciera en el Taillón, se me iba adelantando poco a poco. Y a falta de unos 50 metros de desnivel, apareció sin mochila para coger la tienda y volver a subir con ella (ya había hecho cima y algunas fotos). Arriba había un grupo de chicos/as con el que nos intercambiamos cámaras para hacernos la respectiba foto de cumbre con los nuestros. Más fotos, agua, barritas, descanso, mirada al mapa y hacia abajo, que quedaban poco más de 2000 metros de bajada hasta la Pradera de Ordesa y el coche. Ni que decir tiene que se nos hizo de noche en el útimo tramo. Unas 12 horas en total ese día, más casi 4h el anterior. Ya nos íbamos contentos con las rutas realizadas y con la espinita del año anterior sacada. Al día siguiente a Zaragoza, a hacer unos pasos en el panel donde entrena Rafa, y luego a Albarracín, donde disfrutamos más de sus callejuelas, que de los bloques de arenisca.

¡Hasta la próxima!

p.d.: pido públicas disculpas por no haber asistido este año a la tradicional "cena del agujero". ¡¡El año que viene nos vemos ahí!!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Pirineos I: Taillón (3146 metros)

¡Voy a intentar hacer memoria! Había una vez en septiembre, una pareja se fue de vacaciones a Pirineos, porque les picó el gusanillo del año anterior y repitieron. Además, como se les escapó la oportunidad de hacer algún tresmil por eso del mal tiempo, tenían una espinita clavada. Así que haciendo caso al hombre del tiempo pusieron los ojos en el Pico Taillón, posible de realizar en el día si ponían algo de voluntad y esfuerzo, después de haber recalado en el camping Valle de Bujaruelo mientras tronaba, y con la previsión de tormentas y lluvias los días siguientes. Y aprovechando la "ventana" de buen tiempo de ese día (solo habría tormentas por la tarde en zonas altas) partieron del Camping de San Nicolás de Bujaruelo con el objetivo de subir y bajar en 10 horas.

 Sierra de Tendeñera  

Como dicen los de la tele en las vueltas ciclistas: "comienza el puerto". Nada más empezar el camino va cogiendo pendiente, y después de calentar motores cogemos buen ritmo, pues no hay que dormirse. Hemos hecho las mochilas ligeritas, para poder movernos más rápido y se nota. El sol va eliminando las sombras mientras aparece detrás de las montañas.
 Camino del Puerto de Bujaruelo o de Gavarnie

Ascendemos sin pararnos apenas y dejamos atras a unos extranjeros que llevan mochila para varios días y están preparándose para desayunar al pie de un gran bloque. Nosotros a lo nuestro, pero sin dejar de admirar la belleza de la zona, que me va recordando a la zona de Fuentes Carrionas por el pastizal alpino, o a las montañas escocesas. Hay varios senderos posibles, pero por si las moscas seguimos el trazado del GR, para asegurar.

 En el Puerto (2273 m.)

En no mucho tiempo nos cruzamos con una bandada de crios que descienden y al preguntar a un monitor cuanto nos queda para el collado, nos sorprende diciendo que está ahí mismo, y en menos de 5 minutos llegamos al denominado Puerto de Gavarnie o de Bujaruelo, paso natural entre Francia y España. Hemos tardado una media hora menos de lo esperado, así que estamos contentos por poder cumplir nuestro objetivo. Ya nos hemos quitado unos 900 metros, la mitad del desnivel y, además, el tiempo está tranquilo.
 Mirando hacia Gavarnie

Baja un grupo de gente del refugio de La Brecha y apenas unos pocos suben. Hacemos un  pequeño descanso, reponemos algo de fuerzas y "pa'rriba". El camino ahora es mucho más tendido y lo tomamos con más calma, sin tanta prisa, para poder disfrutar más del entorno y poder reservar fuerzas para el arreón final si hiciera falta.
 Camino de Serradets

Sin darnos cuenta llegamos a un tramo equipado con cadenas, para poder subir por las rocas empapadas por el agua de deshielo del glaciar del Taillón. No conocíamos que existiese y estuvo divertido jugar con las cadenas y colocar los pies con cuidado para no resbalar. Un poco más a la izquierda unos franceses se las arreglaban para evitar el terreno mojado en bajada por roca seca, aunque iban dubitativos y las cadenas eran más directas y sencillas para subir.
 Paso con cadenas

 Lara en el paso

 Sorteando el agua de deshielo


Los dos cruzamos sin problemas por el torrente de agua e hicimos algunas fotos.
 Taillón, glaciar del Taillón y dedo del Taillón

 Llegando al refugio de Serradets (2587 m.)

Ya con el refugio a la vista nos cruzamos con una pareja de franceses bien entrados en años, y deseamos poder llegar a su edad con las mismas fuerzas y ganas que ellos de seguir subiendo montañas. Si es que la montaña no tiene edad, y si no que se lo digan a Kurt Diemberger o a Carlos Soria.
 Circo de Gavarnie
Entre alguna parada de más para hacer fotos y el ritmo más relajado, llegamos al refugio un poco más lentos de lo previsto, pero las vistas de la parte superior del Circo de Gavarnie, con su cascada, y de la Brecha a tiro de piedra nos hacen compensar el esfuerzo realizado hasta el momento.
 Serradets

Cogemos agua y pensamos si comer en el refugio o seguir, optando por esta última decisión. Podemos y preferimos estirar la parada larga hasta estar lo más alto posible.
 La Brecha de Rolando


La historia de la formación de la Brecha de Rolando, dejando fuerzas geológicas y erosivas al margen, cuenta que Rolando, vencido en Roncesvalles, huyó del enemigo y se encontró con una pared infranqueable en su camino, abriendo el paso a través de ella con su espada.

 Morrena glaciar

Para subir hasta la Brecha hay que superar la pedrera formada por los glaciares de la zona, que arrastraban las piedras descarnadas de las paredes rocosas de caliza, dejándolas depositadas en su retroceso, en épocas de temperaturas más elevadas.

 Grietas en el glaciar

Es septiembre y el glaciar está bastante pealo, y por algún sitio hay que tener cuidado con las grietas y algún puente de hielo demasiado fino. Así a lo tonto, es el primer pedazo de hielo con la denominación de glaciar que pisamos, es lo que tiene ser un montañero de tres al cuarto.
 Glaciar de la Brecha

Como en todos los collados, al acercarnos a la Brecha el viento hace acto de presencia, pero también las nubes aumentan poco a poco. Alcanzada la Brecha, nos encontramos en el punto más alto que hayamos alcanzado, una pequeña recompensa que compartimos sigilosos con un par de parejas que comen en la misma Brecha. Como el viento viene fresco buscamos un lugar mejor para comer, después de descartar tirar de seguido a la cumbre. Y es que el cansancio se hace notar ya, que llevamos 1500 metros de desnivel.
Brecha de Rolando (lado aragonés)

 Punta Tobacor al fondo y el Descargador (vertiente española)

Comemos refugiados en un vivac hecho pegado a la pared, viendo la Punta Tobacor, que subimos el año pasado desde Goriz, y observando la progresión de otros montañeros por el paso de los sarrios, por debajo de la Brecha.
Parando a comer en un vivac

Inspeccionando el mapa

Nada más comer nos ponemos en marcha, pues las nubes van ganando consistencia al fondo, aunque parece que nos dará tiempo, ya que el camino no es complicado y nos quedan unos escasos 300 metros de desnivel.
El Casco al fondo

A Lara parece que se la ha hecho menos cansada la subida y tira delante mío, que me pesan algo más la piernas. Cogemos a dos chicos que estaban en el refugio y nos habían adelantado en el vivac mientras comíamos. Al pasarlos dudo de que puedan llegar a ese ritmo a hacer cumbre y bajar antes de que se ponga mal el asunto.

Bordeando el Dedo del Taillón

 

Vertiente francesa

 

Cresteando hasta la cima

Las nubes se acumulan en el Perdido

Lara va como un tiro y no me planteo seguir su ritmo si no quiero morir, así que me voy haciendo unas paraditas, antes de que "mesieu Mazzo" me visite y la lie. Así aprovecho a sacar fotos, vigilar las nubes en crecimiento, y la brisilla que se ha levantado. Consigo reunir fuerzas para llegar a la cumbre, en la que me espera Lara. Hay que bajar lo antes posible, pues no podemos entretenernos mucho.
Lara en la cima
 
Montañas francesas

 



Hacemos las fotos de rigor, admiramos el paisaje lleno de montañas por doquier, bebemos, y disfrutamos un poco de la cumbre, antes de salir cagando melodías (como dice mi padre), pues ya se oyen truenos por la zona de Monte Perdido. Justo cuando estamos a punto de empezar a bajar, aparece uno de los dos chicos. Al otro le alcanzaremos en la bajada. Ha hecho lo más sensato, darse la vuelta sabiendo que no iba a poder llegar con suficiente margen de maniobra, bien por él.


Las nubes bajan, empieza la tormenta

La cosa se empieza a poner fea por momentos, así que hay que espabilarse para bajar cuanto antes. Menos mal que para bajar las piernas responden bien, y nos acercamos bastante rápido a la Brecha y sin detenernos continuamos bajando . Ahora la meta es el refugio.

Se pone negro negro

Al cruzar al lado francés alucinamos con unos cuantos que están subiendo a pesar de los truenos cada vez más frecuentes, y nos topamos con los extranjeros que desayunaban a la subida. Sin duda van camino de Goriz... que tengan suerte con la tormenta. Seguimos bajando y nos vamos sintiendo cada vez más seguros, pues la tormenta está trabada en el Perdido y no parece que pueda ampliar su radio de accion en un buen rato, y ya estamos al lado del refugio.

Observando la Brecha

El Vignemale (3298m.)

Después de reposar minimamente al lado del refugio, continuamos camino por si el tiempo empeora. Pero tenemos suerte, porque apenas nos caen cuatro gotucas de nada.
Un rebeco o sarrio

 

Port de Boucharo o Puerto de Bujaruelo
Parada en el Puerto de Bujaruelo. Nos queda la mitad de desnivel, pero menos de la mitad del recorrido de vuelta. Los pies empiezan a quejarse un poco, pero todavía no nos podemos relajar, aunque vamos bien de hora. 

Pastizales de montaña

Durante lo que nos queda de descenso todavía podemos escuchar otra tormenta formada en la zona del Vignemale, cuyo rumor nos llega a ratos, pero sin ver ningún relámpago, por lo que no nos preocupamos en exceso, y ralentizamos algo el ritmo para llegar en mejores condiciones al coche.
¿Quien ha bajado con el coche?

 

Tejo (Taxus )

Pliegues en la caliza

San nicolás de Bujaruelo

 

10h45' después

LLegamos al coche poco un cuarto de hora antes de cumplir las 11 horas de marcha. Han sido 1800 metros de desnivel y estamos contentos por haber hecho nuestro primer tresmil. Ya tenemos el objetivo del viaje hecho. Miro la hora, todavía no han dado las ocho... llamo al curro... "Nandito que acabamos de hacer el Taillón...", "Qué envidia me dais cabrón..." -es la respuesta-.

Esa noche después de una buena cena dormimos de cine en una habitación del refugio del camping, escuchando tronar y jarrear de lo lindo, y compadeciendo a los se quedaban en tienda de campaña.

Los dís siguientes tocaba descansar.







sábado, 8 de octubre de 2011

Vuelta al Curavacas: 23-24 julio



Cuando tienes motivación y algo de tiempo libre, las ideas y los planes van y vienen, adaptándose para poder sacar algo en claro. La meteorología suele ser la que dicta la sentencia final en los planes más o menos marcados, cambiando el lugar o las fechas. Esta vez sólo tuvimos que retrasar un par de días la ruta, pero rozando el larguero de las vacaciones de julio.
El recorrido estaba marcado desde que me hice con el mapa de la Montaña Palentina de Miguel Angel Adrados y lo inspeccioné con ojos minuciosos durante varias noches. Dar la vuelta completa al macizo del Curavacas había sido una idea peregrina hace tiempo, al igual que ascender a Peña Prieta desde el sur, por Fuentes Carrionas. ¿Por qué no hacer las dos cosas a la vez? Volviendo a pasar por el Valle de Pineda, la Vega de Santa Marina, visitar el Pozo Curavacas, descubrir el valle de Fuentes Carrionas, su laguna, y recorrer todo el cordal que flanquea el valle de Cardaño desde el Tres Provincias, hasta volver a Vidrieros.
Más o menos, sobre el mapa son unos 40 km en total, fácilmente divisibles en dos días de casi el mismo kilometraje, aunque de esfuerzo diferente. La primera etapa, queda de aproximación a los pies de Peña Prieta. Largo, pero sencillo trayecto por una cómoda pista, que vale como calentamiento para la siguiente jornada; un largo recorrido rompepiernas por una de las crestas más altas de la Montaña Palentina -unos catorce "dosmiles" en total-.

Vidrieros (1330 mts), antes de empezar

Sin madrugar mucho llegamos a Vidrieros, y con buen tiempo salimos de El Barriuco por la pista que va hacia el este. Pasamos al lado del refugio de pescadores, y siguiendo a contracorriente el curso del Carrión, nos vamos acercando al Prao Concejo, donde el recorrido gira hacia el norte. Cruzamos el Pontón Seco, un ancho puente de hormigón, y en poco menos de dos horas estamos en la Vega de Santa Marina, donde aquí y allá hay pescadores por el río y en el refugio que hay a los pies de la peña del mismo nombre. Buen sitio para comer al lado del río. 
Cruzando el puentecito de la Vega de Santa Marina y el refugio al fondo

Hace un solete bastante agradable y apenas hay nubes, lo que unido a que no tenemos prisa nos invita a echar una siesta de las buenas.
Estribaciones del Curavacas y Peña Prieta al fondo

Queda poco más de la mitad del recorrido y nos vamos poniendo en marcha. Casi todo el camino es por pista, pero aquí hay un tramo corto de sendero bien marcado entre las escobas, que da acceso a Vega Verde, justo debajo del Alto Las Calzadas (1866 mts). El desnivel es inapreciable. Después, en un "paso canadiense" se me trabó el bastón y seguimos camino sin darme cuenta de que he perdido la punta. Cosa que vi al encontrarnos con otro montañero de Burgos con el que hablamos un ratito sobre rutas, lesiones varias y osos. Al despedirnos del hombre intenté volver a por la punta del bastón, y dimos con ella sumergida en el pozo formado por el paso, pero resultó imposible cogerla con la mano, y al intentarlo con una rama se fue al fondo y se esfumó. Con el tiempo perdido ya teníamos que estar más pendientes de la hora.




Desde Santa Marina el camino ha tornado hacia el noroeste, envolviendo el macizo del Curavacas, y nos lleva hacia Correcaballos, al pie del Pico Lezna (2209 mts), donde hablamos con un pastor de la zona, que nos advierte que esa noche va a helar, y que el verano allí ya está terminando, porque en agosto la temperatura ya va bajando. Y nos comenta que este año no ha habido apenas verano, así que estamos teniendo suerte con el día. Avanzamos y cruzamos la Vega de los Cantos, justo al norte del Curavacas, y pensamos en dejar las mochilas y subir rápido al Pozo, pero es mejor no desviarse, para no apurar la luz del día.
Lara con la norte del Curavacas al fondo

A partir de aquí ya nos queda poco por andar, pero casi todo el desnivel del día, para poder acceder al Valle de Fuentes Carrionas, pasando por Matapiojos, al oeste del Coto Redondo (1923 mts). Aquí, dejamos la pista, que continúa hacia los Puertos de Riofrío más al norte, cogemos un senderito hacia el oeste, y empezamos a mirar donde podemos poner la tienda, porque el sol ya no nos calienta con sus rayos y en una hora se hará de noche.
 Cruzando el casi recién nacido Carrión

La idea era poder llegar hasta la cabaña que hay en la Majada de Fuentes Carrionas, pero queda oculta y hemos localizado un círculo de piedras prometedor para plantar la tienda.
Atardece en el Lomas y la niebla entra desde el norte

Después de una Semana Santa no muy buena, donde paseamos la tienda por el Saja, por fin pudimos estrenarla. Nos metimos en la tienda a recuperar fuerzas para el día siguiente dejando un cielo plagado de estrellas, que iban apareciendo por doquier cuanto más se cerraba la noche. Había que descansar bien, que el día siguiente era el bueno, y no habíamos hecho más que el calentamiento.

Nuestra tienda y el Lomas con sombrero


El domingo amanece cubierto, con las nubes sobre los 2200 metros. Hace fresco, pero hay que desperezarse rápido que hay que quitar la tienda, y nos espera un día largo (algo más de lo previsto). Partimos a las 9.00 a.m, más o menos.

 
Comenzando a subir

Hemos dormido sobre los 1750 metros, con el Pandón de Fuentes Carrionas enfrente, un cuestón de 500 metros de desnivel que no tenemos que subir. Nosotros nos encaminamos río arriba, hacia la cabaña, que se encuentra en una zona llamada Las Boleras, por los enormes bloques de conglomerado que hay ahí, supongo. Y es justo antes de llegar a la choza, cuando meto el pie entero en una zona encharcada, al cerder la vegetación que pisaba. Bota, calcetín y pantalón empapados. ¡Ya hay que tener mala pata! Así que la primera parada es bien prontito, y nos hace perder tiempo.
El chozo

Unos pocos metros más adelante, pero oculto, estaba el chozo. Una humilde construcción, que valdrá como mucho para dormir tres personas en su compartimento izquierdo, ya que el derecho está poco habitable. (Poco tiempo después me enteré de que mi primo había estado durmiendo allí con un amigo, para subir Peña Prieta, hacía apenas dos meses).
Las Boleras y El Alto La Panda (2397 mts)

Dejando Las Boleras, y a los caballos que pastan por allí, el camino se empina cada vez más. Intentamos coger ritmo, pero a los músculos les cuesta adaptarse. Hace fresquito, y por lo menos ya nos va dando el sol. Rumbo a la Laguna...
Remontando Fuentes Carrionas

Subiendo el escalón que hay justo antes del lago pequeño


 
Laguito y Alto del Concejo (2439 mts)

 
La Laguna y las pedreras

Lara y el neverito

 
Un servidor

La verdad que, los pequeños lagos de montaña, parecen tener un algo especial. Su entorno abrupto, rodeados de paredes escarpadas, de inclinadísimas pedreras, les da una magia diferente. O simplemente, puede que sea, el hecho de encontrarse un remanso de paz, de aguas tranquilas de superficie homogénea, dotando de quietud a tu cuerpo, que se ha esforzado por llegar hasta ahí.

 
Saliendo del caos de bloques

Nosotros disfrutamos de nuestro remanso de paz por unos instantes, para después seguir con la batalla del día. Atravesamos el caos de bloques de granito que envuelve el lago enfilando la pedrera sur del Pico del Infierno (gemelo de Peña Prieta), más pendiente, pero nos evitará tener que subir el Tres Provincias y luego ir y volver por el mismo camino a la Peña.
Tres Provincias desde media pedrera

La ladera cubierta de piedras no tiene ningún camino marcado, por lo que hay que poner cuidado en no pisar las zonas más inestables. Por tramos, vamos encontrando diferentes tamaños de piedras, resultando más fáciles de transitar y controlar, los de tañaño mediano, ya que los muy pequeños no son tan estables y un patinazo es más fácil, y con las lajas grandes pizarrosas hay que extremar la precaución, para que no deslicen enterras, y sobre todo no te cojan el otro pie.
En la arista sureste

Eligiendo el mejor trazado nos desviamos hacia la derecha, llegando a la arista, que por lo menos nos ofrece roca compacta. Y ayudándonos un poco con las manos, lo que lo hace más divetido, subimos sin dificultad.

Arista que recorreremos más tarde

Ganando altura

Nuestro tendal y gente en la cima de Peña Prieta

Primera cumbre: Pico del Infierno 2530 metros

Alcanzado el Pico del Infierno, ya hemos realizado el mayor desnivel de la jornada, casi 800 metros. Descansamos y comemos. Las nubes, lejos de haberse marchado, van y vienen a girones de niebla que amenaza con asentarse. Lo bueno es que parecen más metidas en la zona norte, que en la sur, hacia donde deberemos dirigirnos para completar el recorido. A partir de aquí, iniciamos un continuo sube y baja de cimas.

2ª: Peña Prieta 2536 metros, reina de la cordillera

La niebla se echa, no nos podemos entretener

3ª: Tres Provincias 2498 metros

La niebla nos hace dudar si conseguiremos dar la vuelta completa
Desde las alturas

4º: Alto del Concejo 2439 metros

5º: El Alto La Panda 2397 metros

Valle de Fuentes Carrionas
Cresta abajo

 
6º: Altos del Tio Celestino 2258 metros

7º: Alto de Calderón 2275 metros

Subiendo la cresta desdde el collado del Ves, el Alto del Ves 2199 metros, ha quedado ya atrás (8º)
9º: Pico de Hoya Continua 2394 metros

Dudamos un rato si subir al Hoya Continua, debido a que hay que desviarse un poco de la cresta principal, y el horario no estaba muy claro. Al final decidimos dejar las mochilas y subir rápido, para no quedarnos con el remordimiento de no haberlo hecho.


Laderas escarpadas del Hoya Continua hacia el Curavacas

Lo que nos queda

12º: La Canchas de Ojeda 2202 metros

Desde Hoya Continua bajamos hacia el sur y vamos ganando el Pico Ramacedo (10º) y el Pico del Vallejo (11º) , de 2224 y 2194 metros respectivamente. Estos apenas nos suponen ganar un poco de desnivel en vez de rodearlos directamente al bajar la cresta.
 Las Canchas nos depararon una sorpresa desagradable. Haciendo honor a su nombre se trata de un canchal de piedras bastante incomodo de transitar, donde había que estar bien atento a no meter la pata en los agujeros, o a que se moviese la piedra que pisases. A esto se le unió el escobal que tiene a sus pies, donde encontrar el camino bueno después de tantas horas andando fue un infierno.



Rodeando el Cervunal

Después del escobal ganamos el Alto Prieto (13º) de 2021 metros, y ponemos rumbo al Cervunal 2035 (14º), aunque este último optamos por rodearlo para no perder más tiempo, ya que se nos echaba la noche encima y llevabamos muchos kilómetros a cuestas. Al fianl el rodeo resultó demasiado largo y probablemente hubiera sido lo mismo ascender y bajar directos, pero que se le va a hacer. Nos quedaba de bajar el cordal de Altos de los Calvillos, rumbo este hasta Vidrieros, por una pista y un cortafuegos, pero al filo de la noche el cortafuego, mal conservado, tenia demasiada vegetación, y pudiendo ver el pueblo a escasos 250 metros en linea recta, tuvimos que desviarnos por un camino que nos dejó en la carretera, a medio camino entre Triollo y Vidrieros, ya con la frontal puesta.
Triollo

Acabamos en el pueblo a eso de las 23h p.m., con los pies reventados, un cansancio de tres pares y 14 horas a la espalda, jurando no volver a repetir la ruta con el mismo trazado final.

¡Y eso fue todo!

Cuando tenga ottro rato pongo fotillas de nuestro periplo por Pirineos hace un par de semanas.