sábado, 12 de marzo de 2011

Ferrata de la Hermida

Izda-dcha: David, Manu, Nando, Chus y Chechu

Por fin tachamos esta actividad pendiente de nuestra lista de objetivos. El equipo de los "viernes de convenio" más un invitado de excepción se acercó a la vía ferrata de la Hermida. El caso es que llevabamos esperando desde octubre, cuando salió una noticia en el Diario Montañés que decía que la vía permanecería cerrada hasta marzo, cosa que luego nos han desmentido totalmente desde el centro de recepción de visitantes, donde no tienen ni idea de por qué salió esa noticia. Con meses de retraso aterrizamos por allí, y con más paciencia que el Santo Job, la chica del centro nos proporcionó el material que nos faltaba.
Comienza al lado del balneario

Comenzamos nuestra primera experiencia en un recorrido de este tipo, y al principio hay que habituarse al rollo del disipador y el cable de seguridad -llevar bien el brazo para que no se te alejen los mosquetones y habituarse al desmosquetonear y mosquetonear cada tramo de cable-, pero al final se va perfeccionando el asunto con la práctica.

Salvo dos tramos en los que era más incomodo el avance, un diedro donde la pared se echa hacia ti y un tramo de placa con los peldaños algo separados, todo el recorrido permite un avance sin problemas -sólo un pequeño tramo ligeramente desplomado puede darle guerra al que no vaya muy bien de fuerza-.


Nosotros lo tomamos con bastante calma, a lo que se unió la pérdida de la cámara de David y el consecuente destrepe de un par de tramos. pero por fortuna se había caido en un cambio de ropa con la mochila en el suelo. De lo contrario hubiera dado lo mismo encontrarla que no, porque la utilidad hubiera sido la misma... Mientras el resto esperábamos, vimos aparecer en el centro al otro grupo que habia reservado cita para hoy.




Y piano piano, llegamos al final del cable. Una pena, la verdad, porque se nos hizo corto, aunque la chica del centro nos contó que hay proyecto en marcha de ampliación (ojalá que salga adelante). Tocaba entonces seguir el trazado marcado con hitos. Muy importante seguir subiendo y no echarse a la derecha en ese punto, porque el día anterior tuvieron que sacar a dos de esa zona por no seguir hasta la cueva y enriscarse (según me han comentado).


El punto culminante se alcanza en Cueva Ciloña, un bovedón utilizado como refugio para el ganado por los pastores de la zona, en el los octavogradistas de Cantabria tienen un filón (y un curro) impresionante, en lo que a vías de deportiva se refiere.

Cueva Ciloña



Al fondo se ve Tresviso

Después de una visita a la cueva, nos fuimos al sol a tumbarnos y comer algo. Descansando al solete aprareció el otro grupo, con un conocido de Nando entre ellos. Estuvieron un rato con nosotros y luego marcharon de vuelta. Por nuestra parte, y atrapados por la tranquilidad del lugar, permanecimos todavía un poco más allí.

La Hermida

El camino de descenso se toma un poco por debajo de Cueva Ciloña (tampoco es recomendable tirar más arriba de la cueva, que es como se despistan muchos, por lo que nos explicaron en el centro de visitantes). Es una bajada incómoda en unos cuantos puntos, por el desnivel, piedras, y por los más que posibles patinazos si está húmedo. Así que hay que tener cuidado.

Al llegar al pueblo nos desviamos por el paseo ribereño que va hasta el balneario, por conocerlo, más que nada. En total gastamos 5h27´, y teniendo en cuenta el retraso de la cámara y el tiempo que estuvimos parados arriba, el horario de 6 horas está más que sobredimensionado para poder hacerlo con mucha tranquilidad. 
Yo recomendaría a todo el mundo que tenga curiosidad por la vía, y no tenga problemas con la altura (aunque no hay excesivo patio), a que se acerque por aquí, porque le va a gustar. Además, la gente del centro es muy maja. La empresa que tiene la concesión por un año, es Alpine Proyect, y también ofrecen servicio de guía.

Información, reserva, actividad guiada, y alquiler de material: www.ferratalahermida.com


¡Por cierto, saludos Chus! Ya me han dicho que no te va mal.




sábado, 5 de marzo de 2011

Sagrado Corazón por la canal de San Carlos

La Viorna con Peña Prieta al fondo

25/02/11, 10.30 a.m Partimos de La Parte, un barrio de Colio (600m.). 1540 metros más arriba, sumergido entre las nubes que ocultan el macizo de Ándara (oriental), se encuentra el Sagrado Corazón ó Pico San Carlos, punto culminante del recorrido. En realidad el objetivo principal es ascender la canal del mismo nombre, a la cual se puede acceder también desde el vecino pueblo de Argüebanes, que supone algo más de desnivel.
La nieblilla

La pista por la que iniciamos la ascensión, en ocasiones de hormigón, tiene una pendiente severa y gana altura rápidamente. Nos adelanta un "picup" con remolque que hace de taxi a unas ovejas. A media pista ya comienza a chispear suavemente y tenemos que sacar el "gore", que no nos quitaremos hasta estar de vuelta en el coche. Por cierto, la puñetera "ley de Murphy" se cumple a rajatabla: si no cae y me quito la capucha, empieza a caer, y si me la pongo, para (la madre que parió a Murphy).

A mitad de canal

En dos horas nos plantamos en la base de la canal, habiendonos metido ya en la nube, que se espesa más y más. En los últimos tramos de la pista nos topamos, primero, con dos montañeros que llevaban skies en la mochila, y más tarde con otro que iba sólo. Así que pesamos que tendríamos huella hecha para subir, pero dada la hora a la que bajaban ellos encontraron la nieve dura y pudieron subir con los crampones sin hundirse, mientras que nosotros debemos sufrir los que hemos dormido de más. Intentando llevar un ritmo bueno, pero sin reventar, coronamos el collado San Carlos en hora cuarenta más.


 Canal de San Carlos

En el collado el viento del norte nos pega de lleno, y con guantes y todo (eran finos), las manos duelen. Lo que nos hace plantearnos bajar sin hacer ninguna cumbre. Al final déspués de comer algo resguardados, optamos por la cumbre de menos desnivel, dejando a su vecino Samelar sin visitar (además, estaba más pelado de nieve). Para llegar a la cima la arista está casi por completo sin nieve, pero la pala norte está blanca, así que, para que Jaime pueda estrenar sus crampones y se familiarice con ellos nos metemos en la parte nevada, pensando que estaría más dura de lo que estaba al dar al norte. Al final, encontramos pocos tramos "duritos", pero que le íbamos a hacer.

Jaime, cumbre del Sagrado Corazón

De vuelta en el collado, optamos por no poner los crampones porque se hace bien la huella para bajar. Pero si haya un dicho que dice que las prisas no son buenas, será por algo. Al poco de empezar el descenso y como consecuencia de querer bajar más deprisa de lo debido, me encuentro deslizándome pendiente abajo sin darme casi ni cuenta, al perder el apoyo del pie izquierdo. Un bastón se me va (o lo solté, ni me acuerdo), y con el otro consigo pararme sin demasiados problemas, antes de coger demasiada velocidad. Al mirar hacia arriba Jaime está petrificado y no se atreve a bajar. Pero sabiendo que ha sido por forzar el paso, le convenzo de que no hay problema bajando a ritmo normal. Le digo que se acerque más a la huella de subida, ya que comenzamos a bajar por un lado más directo, y baja sin más problemas. Seguimos bajando acompañados por la fina lluvia incesante,y por el camino nos visita un tímido arco iris que se planta delante de Peña Ventosa. En total estuvimos ocho horas desde que salimos. ¡¡¡Tocaba ir a reponer fuerzas a Unquera con unas corbatas!!!




p.d.: las fotos son de Jaime, que yo en este viaje me ahorré el peso.