La primera salida después del esguince ha venido por casualidad, una amiga de Lara tenía dos vacantes para hacer la vía ferrata de Ramales de la Victoria y nos embarcó en la expedición (eramos unos 15 o 20 personas), guiada por un tipo muy cachondo. Yo tenía más miedo a la bajada, por eso de pisar mal, que a la ferrata en si, pero con bota alta, esparadrapo y cuidado no tuve problemas. También acompañó el tiempo, a pesar del pronóstico meteorológico.
La vía sube por la Pared del Caliz, y su recorrido y dificultad son inferiores a los de la ferrata de la Hermida, por lo que es más recomendable para gente inexperta. Además, los peldaños están bastantes juntos unos de otros, lo que da total seguridad.
Si os fijais, el guía lleva unas margaritas en el casco. Se lo iba pasando bien bromeando con el personal.
Aglomeración en la cueva de mitad (más menos), donde comienza la parte más vertical.
Como hormigas en la pared.
De lo único que hay que preocuparse es de hacer correctamente los cambios de tramo de cable y un mínimo de distancia con el de arriba.
Puente tibetano. (A este pobre le obsequiaron con un "redoble de tambor", para ayudarle a tranquilizarse según el guía).
Al final del puente hay un pequeño murete ligeramente desplomado, que puede hacer que el que vaya cansado lo pase menos bien.
Una vez pasado el puente hay que tener cuidado con un tramito de lapiaz bastante afilado.
Las dos "novatas" contentas después del recorrido. La próxima La Hermida, ¿no, chicas?
Y colorín colorado, hicimos la vía ferrata y nos comimos un bocadillo de tortilla de patata (coño, si rima).
pd: lo juro, un día de estos pongo fotos del Teide... allá por marzo ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario