sábado, 29 de septiembre de 2012

Torre del Llambrión (2642 metros), 01/09/12

"Así pues, un sueño daba paso a otro sueño. Deseé ser capaz de encontrar nuevos sueños durante el resto de mi vida". (Reinhold Messner, Espíritu libre)

Partimos del parking de Fuente Dé camino de la Canal del Embudo para transitar por el camino conocido como Tornos de Liordes. Una sucesión de zig zags que remontan los 900 metros de desnivel hasta la Vega de Liordes, colgada a 1900 metros de altura y encerrada por el muro que forma La Padierna por un lado, el cresterío de Remoña por otro y  finalmente Torre Salinas - Hoyo de Liordes, con escapatorias por Asotín hacia Valdeón, y Pedabejo y los mencionados Tornos hacia Liébana.  

 Reponiendo fuerzas en Liordes.
Torre de Salinas, Torre del Hoyo Chico y el Friero

Con mochila para dos días no lo hicimos mal y en 1h 45' estábamos arriba viendo la Vega y tomándonos un descanso. Después regulamos mucho más el ritmo, pués el día iba a ser largo (y lo fue). Aunque el día acompañaba por la temperatura perfecta para andar.

 Desde la Colladinas hacia Tiro Llago

Transitamos por Liordes hacia el collado de la Padierna y, a partir de aquí, ya era terreno desconocido para ambos. Justo antes de las colladinas nos tomamos otro descanso, ya que a pesar de ser un terreno más favorable, el madrugón que nos dimos, la anterior subida y la mochila lo hacían más duro. Además, tuvimos unas dudas que resolvimos echando mano al mapa, ya que en un principio pensábamos que estábamos al pie de la Torre de Peñalba, en vez de la Torre de las Minas del carbón. Si hubiéramos subido unos pocos metros más tendríamos a la vista Collado Jermoso, que era lo que pensábamos que teníamos al lado.

 Collado Jermoso y Peña Santa a la vista

Resueltas las dudas, proseguimos camino hacia el refugio Diego Mella, un punto rodeado de un pequeño tapiz de verde colgado sobre el abismo, entre el gris de la caliza de Picos, y con la Peña Santa de telón de fondo.


Justo un poco antes del refugio está la desviación del camino hacia nuestro objetivo del día, pero ya que el refugio está "ahí", decidimos acercarnos y comer allí viendo el resto de la subida que nos aguarda después.

 Vista de la subida final desde el refugio

Más o menos (porque ya no me acuerdo bien), llegamos a las 4h30' de haber salido, quizá algo más.

 Campus de altura


Corredor norte del Friero, Jermoso y Valdeón 

Después de reponer fuerzas y observar el itinerario a seguir, partimos para afrontar la parte más dura. A mi, salvando las distancias, me quiere recordar a algún tramo de la subida al Monte Perdido, por las grandes llastrias de roca pulida, que hay que evitar en la primera mitad de esta subida. Por este tramos nos cruzamos con unos haciendo trail-running que ya bajaban. -qué envidia poder tener la capacidad de moverse tan ligero por estos sitios, pensaba yo, notando el peso del saco y la tienda a las espaldas-.

Descanso antes de las pedreras 

Descansamos rodeados de la Torre de Peñalba y La Palanca, echándole el ojo al Tiro Callejo, que se presenta como la parte más delicada de la ruta. Aunque todavía queda unos pocos cientos de metros por encima, y antes, hay que pegarse con los inclinados canchales de piedras que caen de Las Llastrias y el Llambrión. Terreno delicado por la inclinación, donde coger algo de roca viva te da algo de moral para seguir.

 Las Llastrias y Tiro Callejo


 Vista a atrás

Vista al frente 

 Terreno descompuesto por el hielo

 El paso de Tiro Callejo

Llegamos al pie del Tiro Callejo, paso de III+, según las guías, y en el que hay que tener cuidado por la exposición. Descansamos antes de afrontarlo, ya que el esfuerzo acumulado no es poco y la mochila no es ligera. Nos sentamos en el terreno inclinado, no muy cómodo para descansar, en la base de la Torre de Las Llastrias. Según se mira a esta cumbre el Tiro Callejo la rodea por la derecha, mientras que existe un paso alternativo por la parte izquierda que va por una serie de llastrialezas bastante expuestas.

 Descansando antes del paso

Supuestamente el paso más complicado del Tiro es el del bloque empotrado, aunque a mi me resultó más "jodido", por lo menos de coco, el anterior, ya que ahí la caída es más evidente. Además, tuve que quitarme el mochilón y ponerlo arriba, antes que nada, para poder hacerlo con garantías de no desestabilizarme. Así le cogí su mochila a Lara, para que subiera ella también más cómoda. La misma operación la realizamos en el paso del bloque empotrado, pero esta vez subió ella primero por la parte vertical de la derecha y se asomó por la parte alta del bloque a la izquierda, que baja un poco (pero hace desplome), para que yo le pasara las dos mochilas. Hay un cordino largo en el que poder agarrarte, y aunque parecía fiable, no lo utilizamos. Posiblemente sea de más ayuda para la bajada, aunque no salva el primer tramo, que fue el que menos me gustó.

 Justo encima del bloque empotrado

Después de estas dos trepadas se sigue por la canaluca hasta el collado sin más problema, que ayudarse levemente arriba con las manos.Después de unas 7 horas ya estábamos ante las últimas dificultades de la ascensión, la cresta cimera.

 Comienzo de la arista.
Al fondo cresterío Madejuno-Tiro Llago

La mochila se queda en el collado para este último tramo lo que nos da sensación de libertad. La primera parte sube por un camino marcado por hitos hasta llegar a la cresta. Aquí hay varias variantes según convenga a cada uno, ya que se aprecia que la gente va por la arista pura y dura, y otros por algún tramo más bajo. Hubo una trepadita corta, pero expuesta que nos hizo dudar un poco, pero finalmente subimos. No hay nada como despejar la mente un poco, para ver las cosas más claras, antes de darte la vuelta sin más o darte la galleta por subir porque sí (la peor opción). Después hay un destrepe corto, y por suerte poco expuesto, en el que Lara acertó con la solución, destrepe tipo bulder (en youtube hay un video en el que han puesto un cordino). Para la vuelta, también, un mantel con pocos pies, con lo que nos quitamos el tramo que usaron otros chicos, más sencillo, pero bastante más expuesto.

Pico de los Cabrones(izd) y Torrecerredo (dch)

 La cresta

 Oeste del Naranjo de Bulnes (Picu Urriellu)

En la cima

 Buzón alpino


 Liordes, Remoña y la cordillera

"Uno, no llega a uno. Dos, son más de dos". 
Hire Himalaya, Alberto Iñurrategui.

¡Al fin cumbre! Una pequeña recompensa a toda la jornada que llevamos caminando, marcando el ritmo con los bastones, con el tacto de la roca bajo las manos en las trepadas. Con el peso de la mochila en los hombros. La brisa y el sol en el rostro. El miedo controlado en los tramos expuestos -que poco acostumbrado estoy al vacío-. Unas pocas fotos, nosotros, las cimas... y la hora que nos dice que para abajo, que queda trecho.

 Vuelta por la arista

 Hacia la Collada Blanca

Lo bueno de llevar el saco, tienda, y comida para el día siguiente es que, a las malas, te puedes tirar en cualquier lado. Lo mejor es que el día es muy bueno y no habrá problemas en lo meteorológico. Ponemos rumbo a Cabaña Verónica, el refugio más alto de Picos. -Allí hace más de una década, Mariano, el antiguo guarda, advirtió a unos amigos para que no fueran a Tiro Callejo, "no vayais, que ayer cayeron dos". Ellos le dijeron que iban a Torre Blanca, pero Mariano les volvió a adrvertir para que no fueran a Tiro Callejo-.


El camino hacia la Collada Blanca, para posteriormente llegar a Verónica se no hace largo. Además a Lara le empieza a doler un pie. La bota todavía no está muy trillada y van muchas horas ya. El sol se esconde detrás del murallón del Llambrión y las sombras avanzan. En la Collada Blanca algunos están ya metidos en sus sacos, preparados para vivaquear. A nosotros todavía nos queda.

 Cabaña Verónica y Peña Vieja

¡Cabaña Verónica! A partir de aquí ya es dejarse "caer" por el sendero hasta la Vueltona, y de aquí por la pista hasta los Puertos de Áliva, para dormir en algún lado.

Aguja Bustamante




En la Horcadina de Covarrobres se nos echa la noche y con la frontal bajamos hasta el Chalet Real después de coger agua en la Fuente del Resalao. Montamos la tienda intentando resguardarla del viento que se ha levantado. Toda la parte inferior de los puestos estaba cubierta por la niebla, pero las fotos con tan poca luz no salieron bien. Una cena merecida y a dormir que estábamos reventados. 13 horas en total.

 Cuetos de Juan Toribio

Al día siguiente la idea era subir la Canal del Vidrio, pasar a Collada Bonita, Urriellu, Horcados Rojos y teleférico o Canal de la Jenduda, Fuente Dé. Pero dada la reventada que teníamos encima y que el dolor del pie de Lara no había desaparecido, decidimos bajar tranquilamente hacia Espinama, y ya allí subir yo a por el coche. Aunque tuvimos la suerte de que a los 15 minutos de llegar al pueblo pasaba el autobús a Fuente Dé (no está mal eso de preguntar, ¿por qué lo harán ellas y nosotros no?).

 Faldas de Peña Vieja

 Los Puertos de Áliva

 Canal del Vidrio y Chalet Real

Caminito hacia abajo nos pillaba de paso el Hotel-refugio de Áliva, así que nos tomamos un cafelito. Mientras dejábamos las mochilas apoyadas fuera oímos una voz particular y al girarnos vimos a Juanito Oiarzabal, que resulta que era el tipo que se acercaba por un lateral y al que no presté mayor atención. Una anécdota más, como escucharle decir a un niño del grupo con el que estaba: "a mis años me vas a enseñar tu a hacer mochilas...".


 Camino de Espinama

 El Coriscao desde Igüedri

Cambiaditos y relajados la opción más apetecible era un menú del día en Espinama (el queso de Pido está de muerte). A esto le siguió una siesta en una hermita cercana a Santo Toribio y luego a Potes, donde vimos algunas de las obras de Joaquín Besoy. Pinturas de paisajes de montaña preciosas. Pudimos charlar con él, ya que nos "colamos" en la pequeña exposición sin que la hubieran inaugurado todavía (la acababan de cambiar de otra sala más grande), y nos contó un par de curiosidades. Había estado con Oiarzabal y le había firmado un autógrafo, y como tenía un cuadro del Ama Dablam (montaña del Himalaya) este le dijo que la había subido dos veces. Pero la otra anécdota que nos contó fue de un británico de unos setentaitantos años que en una exposición no dejaba de mirar el cuadro. Miraba otra obra y lo volvía a mirar, hasta que el pintor se acercó pensando que le interesaba comprarlo, y el señor le contó que él había  escalado una vez aquel pico, y que en el descenso murieron por una avalancha cinco de los siete que formaban la expedición.

p.d.: la ruta la he sacado del libro de Miguel Angel Adrados, aunque en él se propone en sentido contrario desde la estación superior del teleférico. Pero no quería conocer Tiro Callejo de bajada. 



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