Este sábado pasado tocó coger la bici y estrenarla por el monte, ¡cuanto tiempo! Rafa me había comentado que iba a haber una marcha de 40 km más o menos, y que por qué no me apuntaba. Después de hacer un pequeño test de 25 km cerca de casa el martes previo, decidí dar el sí y puntarme. Tocaba rezar para que el tiempo acompañase.
Así, el sábado a las 7.00 a.m. suena el despertador, que hay que estar allí pronto. Entre pitos y flautas (ya sabeis, como en el chiste, 5000 en pitos y 5000 en flautas) salgo a las 8.30, después de ver el mesaje de Rafa diciendo que allí hace muy malo, que si tal nos desapuntamos y vamos pa las Tuerces... Pero que coño, de perdidos al río, y no me he dado el madrugón para ir a las Tuerces.
Al final, la cosa empieza a las 10 y son 30 km (mejor pa mi, jeje). Llegamos un poco más tarde a la salida -después de que Rafa se riese un poco de mi por mi sistema de desmontar la rueda delantera para meter la bici en el coche. Es que soy un poco novato-, pero todavía falta gente. Por fin, arrancamos con ritmo suave, que por fortuna se mantiene durante todo el recorrido. Damos la vuelta a un cerro camino de Higón, y el primer y unico corzo del día se cruza por delante. Esto fue antes de que casi me vaya al suelo en una pequeña bajada por culpa de la arena. 8km y pico compaginando campo a través con pista y primer avituallamiento líquido (luego me contaron que hubo falta de entendimiento en la compra del suministro). Paramos un poco y a partir de aquí comienzan las cuestas. Al principio va bien la cosa, pero llegando a la parte alta hay que serenar el ritmo que queda mucho. Por fin la bajada, y otra subida. Para entonces está lloviendo y la temperatura es fresca. La gente ya va a su ritmo y se espera de vez en cuando. Otra bajada y entramos en el bosque de Hijedo, que nos viene de perlas para taparnos de las lluvia. Pero aquí empieza la parte más dura, la subida por el sendero hacia la Cabaña de Hijedo. Intento subir hasta donde puedo, pero enseguida la bici se encabrita por la inclinación y pongo pie a tierra, como casi todos (Rafa sólo tuvo que poner el pie dos veces), y comienzo a subir andando con la bici, cosa que a veces tampoco es muy sencillo, ya que la pendiente y las raices lo hacen algo más penoso. Cuando el terreno se pone menos pindio me animo a montar otra vez, pero de nuevo tengo que bajerme, y así hastar llegar a la Cabaña, donde espera otro avituallamiento. Además, Rafa está dentro con el dueño y yo aprovecho para poder verla también.
Cuando ya está toda la gente, se retoma el camino para hacer el último tramo. Vamos en dirección a Riconchos a coger la carretera y, una vez en ella, hacia la izquierda. Después de una cuesta, en una curva a izquierdas sale un camino que nos enlaza con un cortafuegos que baja enfrente de toda la zona de bloque de Santa Gadea. El cortafuegos lo cojo con cautela, porque está reventado por la erosión, y hay que tener mucho cuidado con las piedras y los "barrancos" que se forman. Una vez abajo sólo queda ir hacia el sector Curvar, es decir, hacia Quintanilla de Santa Gadea por la pista que hace una curva muy pronunciada, en la que pondré pie a tierra una vez más (las piernas estaban ya bien maduritas...). Y justo entrando en el pueblo, la ultima cuestecilla de grijo se me hizo larga, y al estar atrás del todo me descolgué del pelotón. Callejeando por el pueblo me asomé hacia el bar y al no ver a nadie biciclitero me fui a casa de Rafa, que luego me dijo que si estaban por donde el bar, pero fuera de mi vista. Para terminar la jornada de la Transhijedo, después de un merecida ducha, fuimos al bar de Emilio a comer marmitaco con el resto de la gente.
Fueron 2h 48min de tiempo efectivo de pedaleo, según mi cronómetro, que a pesar del tiempo nos dejó un buen sabor de boca. ¡Os animo a todos a participar el año que viene!
Os dejo un enlace donde imagino que dentro de no mucho pongan las fotos que se fueron haciendo. Las mías son de otras veces que he estado por la zona caminando, ya que no llevé cámara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario