lunes, 2 de abril de 2012

Las Rozas

Buena compañía, excelente roca, bloques bonitos, paraje encantador entre hayas y robles... Así puedo definir este sábado en Rozas. Una zona desconocida para mi; nuevo terreno de juego donde dar rienda suelta al placer de subirse a las piedras y soñar despierto, olvidándose de la realidad cotidiana, de los horarios y las reglas de la ciudad. Tocas la roca... palpas sus formas... sientes su tacto... te imaginas como conseguir llegar arriba... te imaginas el fluir de los movimientos y... cuando te quieres dar cuenta, estas inmerso en esa danza, pegándote con la gravedad para que no te prive de tu objetivo. Aunque, a fin de cuentas, el objetivo es estar en esa lucha. Es el camino, no el final en si mismo. Es disfrutar mientras estás ahí, mirando o subiendo, observando el paisaje, cogiendo al compañero, aprendiendo de los buenos, enseñando lo poco que sabes a los que empiezan... o torciéndote el tobillo en el último pegue tonto a un bloque que ya te estaba diciendo: "hoy no, para otro día chaval", y ver como todos los que tienes alrededor se vuelcan en mirar porque estés bien y que no te haya pasado nada grave. Te venden el tobillo, se preocupen por si te duele (y lo que te va a doler cuando te "depiles" al quitarte el esparadrapo), te suministren la pirulilla antinflamatoria, te lleven las cosas y te esperen por el camino y mientras enfrías el tobillo en el río, te lleven el coche,  te esperen en urgencias y te dejen en casita con un beso (esta parte sólo Lara, jejej ;D).

¡¡Gracias a todos!!

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